viernes, 22 de mayo de 2009

CUANDO LOS ACCIDENTES LLAMAN A TU PUERTA

Cada año nuestra sociedad invierte millones de euros para tratar de garantizar la seguridad vial en nuestras calles. Se desarrollan programas de educación y sensibilización desde organismos oficiales como la DGT, las Consejerías de Educación, los Ayuntamientos; colaboran también grandes empresas como Mapfre, Audi, Renault, Winterthur: participan también numerosas asociaciones sin ánimo de lucro que tratan de aportar sus esfuerzos; y muchas personas a nivel particular con su ejemplo diario al interactuar cada día con el tráfico en nuestras ciudades.
Entre todos/as hemos realizado un trabajo importante, desde el año 2000 hasta el 2008 el número de víctimas como consecuencia de accidentes de tráfico se ha reducido casi en un 50%, desde 4295 en el año 2000 hasta 2181 en el año 2008.

Sin embargo no podemos sacar pecho, pues cada año 2181 familias siguen sufriendo el dolor, la frustración, la angustia, el pesar… que acompaña a todos/as aquellos que sufren la pérdida de aquellos/as a los/as que más querían.

Tendemos a despersonalizar los accidentes de tráfico, a pensar que sólo pasan a los demás, a los/as que comenten imprudencias, sin embargo todos/as sabemos que no es así. El tráfico no entiende de responsabilidades, no sabe nada de justicia, no proporciona segundas oportunidades; los accidentes arrancan de nuestro lado a familiares y amigos/as que estaban en la plenitud de sus vidas.

Pensemos por un momento en las posibilidades que tenemos de sufrir un accidente de tráfico en el plazo de un año: En el año 2008 en España convivíamos 46.157.822 personas, de las cuales fallecieron en accidentes de tráfico 2181. Realizando una sencilla división llegamos a la terrible conclusión de que, dentro de las condiciones actuales, uno/a de cada 21164 españoles/as fallecerá como consecuencia de su implicación en accidentes de tráfico a lo largo del próximo año. Demasiadas probabilidades.

Aunque casi todos/as hemos sufrido en nuestro círculo más cercano de familiares y amigos las consecuencias de los accidentes, seguimos pensando que no nos van a tocar… pero siguen estando ahí.

Hoy al llegar al trabajo no había sonrisas, ni conversaciones distendidas. Un terrible accidente se llevó por delante la vida del hijo de un compañero. Hoy sólo hay caras de dolor. Tratas de ponerte en su lugar, empatizar con él para decirle que tú también los sientes y de pronto se te empañan los ojos, se aceleran los latidos de tu corazón, un nudo se apodera de tu estómago e inmediatamente rechazas ponerte en su lugar, no puedes ni quieres imaginarte vivir esa situación.

Hoy las palabras no tienen sentido, te gustaría parar el tiempo y dar marcha atrás pero no es posible, piensas que todos los esfuerzos han sido baldíos, sientes ganas de abandonar el barco…
Abrumados por los sentimientos no sabemos que decir.